Las pulseras rivière, cuyo nombre significa "río" en francés, se caracterizan por su diseño de una línea continua de piedras preciosas, generalmente diamantes, que fluyen como un río. Este diseño, que apareció en el siglo XVIII, ha sido un símbolo de elegancia y estatus en la joyería de lujo a lo largo de la historia.
Sin embargo, el momento que catapultó a las pulseras rivière al estrellato ocurrió en 1987, cuando la tenista Chris Evert perdió su pulsera durante un partido en el Abierto de Estados Unidos. Evert pidió detener el juego para buscar su preciada joya, y desde entonces, estas pulseras también son conocidas como "tennis bracelets". Este episodio subrayó no solo su belleza, sino también su significado emocional para quienes las llevan.